[Crítica] Vengadores: La Era de Ultrón

Póster de Vengadores: La Era de Ultrón

El plato fuerte de la Fase 2 de Marvel Studios ha llegado a los cines de todo el mundo; una auténtica fiesta del cómic que rinde homenaje a un género que ha conseguido abrirse camino como un rompehielos hasta prácticamente todos los públicos. La pregunta que muchos se hacen es: ¿Es Vengadores: La Era de Ultrón la mejor película de superhéroes?

Joss Whedon, digno de levantar este martillo

Aquí no hay medias tintas. Sí, lo es. Sus más de dos horas de metraje son todo aquello que fue Los Vengadores y mucho más. De hecho, los primeros veinte minutos nos bastan para entender que esta segunda parte de Los Héroes Más Poderosos De La Tierra juega a un nivel muy por encima de la primera parte. Como si Joss Whedon, maestro de orquesta, se hubiera contenido antes para poner toda la carne en el asador con La Era de Ultrón. Y no hablamos solo a nivel narrativo. Los recursos técnicos, así como de cámara y diversos montajes, son infinitamente más diversos, más trabajados, y hasta si se me permite decirlo, más arriesgados. Como si Whedon se hubiera arremangado y dijera “ahora vais a ver de lo que soy capaz”.

Sin embargo, a pesar de todo el artificio del montaje, a pesar de toda esta baraja de puro cómic, la esencia de lo que fue Los Vengadores no se ha visto alterada ni un ápice. Algunas voces sonaron augurando una película más oscura que su predecesora. Y no. Lo que sí tenemos es una historia más profunda. Rica en matices, pero siempre todo ello aderezado con ese espíritu Marvel, que es al fin y al cabo la razón por la que vamos al cine.

Este espíritu Marvel, ese cóctel que une ironía, fantasía comiquera y Hulk aplasta a partes iguales, ha tocado techo con La Era de Ultrón. Y no, no estamos ante una película perfecta –aunque casi. ¿Pero acaso existe alguna película perfecta?-. Pero teniendo en cuenta las carencias que pudimos ver en Los Vengadores, a uno no deja de sorprenderle la enorme ambición y espíritu de superación que ha mostrado Whedon y su equipo. ¿Qué en el anterior film el protagonismo de los seis vengadores fue muy dispar? Pues aquí subimos la apuesta a nueve. Y creedme, esta vez sí. La Era de Ultrón es absolutamente coral, sin nadie que quede rezagado. Pietro os encantará. Ojo de Halcón lo parte. Y Thor consigue, junto con Clint, ser el alma del grupo. Ahí es nada.

Rompiendo los hilos

Se suele decir que el villano es media película. Y si bien quizá no sea media película, el peso de un buen antagonista se antoja vital en el cine de estas características. Hasta ahora, el malo maloso del Universo Cinematográfico Marvel (el UCM) era Loki. Y seguramente lo seguirá siendo, debido en su mayor parte al tratamiento que ha gozado a lo largo de tres películas: Thor, Los Vengadores y Thor: El Mundo Oscuro. Sabemos que el Dios de las Mentiras jugará un papel central en la tercera entrega del Dios del Trueno, pero hasta entonces, el título de MALO en mayúsculas debe escribirse con vibranium. Ultrón ha llegado.

Joss Whedon le tenía ganas a Ultrón, y eso se nota. Para él, Ultrón siempre fue el villano de los Vengadores, y este amor por el personaje germina con un James Spader soberbio, al que siempre se intuye bajo esa capa de CGI. Todo en Ultrón, desde sus motivaciones hasta su aversión por su padre –esta vez es Tony y no Pym, un detalle que en lo personal he encontrado muy acertado- son de una crudeza que hasta nos puede llegar a parecer lógica. Su ego con tintes caprichosos – tan típico de Stark- funciona porque lleva parte de razón. ¿Son los Vengadores el verdadero problema? El eterno dilema de la gallina y el huevo. ¿Quién vino antes? ¿Los villanos y por ello surgen los héroes, o es al mostrarse los héroes cuando aparecen los villanos? Esta pregunta tan retratada en las viñetas del cómic americano da el salto a la pantalla de la misma boca de Steve Rogers.

El cuarto de las cucarachas

Las dudas que presenta Steve por la labor de los Vengadores es la segunda mejor de las virtudes de la Era de Ultrón. Por encima de los mamporros, los efectos especiales o los momentos de épica pura, es justamente los demonios internos de los protagonistas –sí, de los nueve- aquello que hace que Los Vengadores parezca un niño de cuna al lado de La Era de Ultrón.

Ojo, porque a partir de aquí se avecinan SPOILERS.

Todo el mundo tiene miedo. Vale, Daredevil no, pero estos Vengadores sí. El miedo humaniza, muestra aquellas debilidades que tratamos de ocultar a diario. Nuestros miedos nos definen, y Joss Whedon se vale de Wanda para sacarlos a la luz. Esta idea, la de enfrentar a tus temores mediante la manipulación mental, Whedon ya la empleó en su brillante etapa como guionista de Astonishing X-Men (si has entendido el encabezado de las cucarachas, ya sabes a qué me refiero. Sí, te miro a ti, Morrison). Este autoplagio, mucho más común de lo que parece en el mundo del cómic, es perdonable precisamente porque no abusa de él. Tony, Steve y Thor sufren la magia de Wanda (¿la visión de Tony, con Steve muriendo a sus pies, puede hacerse realidad en Civil War?), pero quien queda realmente tocada debido a ella es Natasha.

Scarlett Johansson nos muestra con la que seguramente sea su mejor interpretación en la franquicia algunos de esos trazos de su pasado tan celosamente oculto. Más de uno, entre los que me incluyo, llegó a emocionarse con la confesión de Natasha acerca de su incapacidad para tener hijos. Cabe tener en cuenta que Scarlett en esos momentos estaba embarazada –rodó toda la película encinta, sí-, con lo cual a un servidor se le ponen los pelos de punta al imaginar que quizá las lágrimas de la actriz no serían tan fingidas, por lo personal de la frase en su situación actual.

Lo haremos como dice el viejo: Juntos

Hablábamos antes de la segunda mejor virtud de La Era de Ultrón. Y entonces, ¿cuál es la primera? Obviamente, esa pedazo de dinámica grupal que impregna cada fotograma. Los Vengadores, ahora sí, son hermanos. De armas y de sangre. Son colegas, que ríen juntos, que se van de cañas, y que de vez en cuando salvan el mundo. Este y no otro es el GRAN ACIERTO de la película. Algo que sentará las bases para las futuras cintas que vendrán, el espejo en el que todos querrán mirarse.

Y no es para menos. La Era de Ultrón, que como decía más arriba no es perfecta, arranca con todo pero de forma algo avasalladora. En ocasiones, apenas permite procesar al espectador lo que acaba de ocurrir, cuando nos arrojan a la cara otro conflicto –esto es especialmente claro en la primera mitad de la película, sobre todo con el duelo entre Hulk e Iron Man-. Y entonces, en el ecuador que divide la cinta en dos, Whedon pisa el freno. Y lo borda. Me refiero, como no podía ser de otra manera, al paréntesis que tiene lugar en la casa de campo de Clint.

Esa ultimatización de Barton, con Laura como esposa y una familia feliz, es para quitarse el sombrero. El Ojo de Halcón padre de familia, disparando flechas pero pensando en reformar el comedor, es de aquellas cosas que uno sonríe al recordarlas saliendo del cine. Pero es que todos, del primero al último, establecen unas relaciones internas sólidas, interactúan, se lanzan puyas amistosas, se apoyan en batalla… incluso surge el amor.

Código Verde. Cántale una nana, Nat

No soy un gran fan del romance entre Bruce y Natasha. Me parece algo apresurado, quizá un poco fuera de contexto, pero reconozco que en pantalla funciona. Natasha lo resume condenadamente bien al mostrarle a Banner que entre tanto soldado, el que es distinto a los demás es precisamente aquel que siempre huye de la lucha porque sabe que ganaría. Casi como si se tratara del cuento de La Bella y la Bestia, donde solo ella puede apaciguar al monstruo.

¿Esa no la viste venir?

Y donde surge el amor, tampoco puede faltar la rivalidad. ¿He dicho que Pietro lo parte? ¿Y que Ojo de Halcón también? Pues imaginaos a los dos en competencia directa. Cierto es que Pietro, al igual que Wanda, son presentados como unos sosainas enfadados con el mundo. Se explora poco o nada sus motivaciones –sorprende que se unan sin rechistar a Stark-, pero todo ello cambia con la redención de ambos. Es entonces cuando apreciamos esos matices de los gemelos. El miedo de ella –“si cruzas esa puerta, eres una vengadora”-, y la chulería desenfrenada de él. Hasta el fin.

Y es que la película pedía una muerte. Una muerte de peso. Y en Marvel, aunque no han podido ser todo lo valientes que les hubiera gustado, ese regusto amargo de que cualquiera puede caer en cualquier momento hace que todo el conflicto se dramatice. Que todo importe. Que realmente valga la pena salvar el mundo.

Quien obtenga este martillo, si es digno de él…

Y de salvar el mundo estos tres saben un rato. Steve, Tony y Thor son lo que siempre debieron ser. Buena muestra de ello es que hasta ahora Steve siempre se había dirigido a Iron Man como “Stark”. Esto cambia al final del film, cuando Rogers pasa a llamarlo “Tony”. Que se echarán de menos. Por supuesto que sí. Y nosotros también. Hasta Civil War.

Sin embargo, Thor no asomará el Mjolnir en la tercera película del Capi. Tampoco es que importe, porque en La Era de Ultrón Thor ha conseguido lo que apenas había logrado en sus otras tres apariciones: que el Dios del Trueno sea uno de los personajes más queridos del grupo… y más temibles. Hasta Ultrón en persona decide que Thor es una amenaza demasiado grande.

Quizá por ello Thor termine llevándose tan bien con el otro peso pesado del grupo: la Visión.

La Visión merece un punto y aparte por transgresor en su puesta en escena. Sin complejos, con la Visión Marvel pretende mostrarnos quienes son y por qué están donde están. Visión está arrancado directamente de la viñeta. Y como Pietro y Wanda, cojea algo en su presentación –muy calmada y distendida. Quizá esperaba que apareciera en medio del barullo para salvar el día de forma gloriosa-. Y como Pietro y Wanda, termina por ganarse nuestra simpatía con apenas un par de frases. Y al levantar el Mjolnir. Genialidad de guión donde las haya.

¡Vengadores, R…!

Whedon se marcha, y nosotros no podemos más que aplaudir. Aplaudir y darle las gracias, no solo por una faena tan bien hecha, sino por haber logrado la hazaña nada deleznable de haber conseguido que sus Vengadores sean nuestros Vengadores. Los Vengadores de todos.

La hazaña de haber escrito el guión que todos esperábamos.

Los Vengadores: La Era de Marvel.