[Crítica] Venom

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Vamos a resaltar lo obvio: Venom está cosechando unas críticas nefastas. La prensa en general la está comparando con desastres de la magnitud de Catwoman o Green Lantern, y uno no puede más que preguntarse si no estamos asistiendo a otra caza de brujas del cine superheroico.

Vamos a intentar posicionarnos y ser totalmente claros: Venom no es una buena película, pero aún con sus defectos friega el suelo con los dos ejemplos citados arriba. Pese a que muchos críticos se empeñen en ello, el mundo no es blanco y negro. Hemos llegado a un punto de criticismo salvaje y despiadado donde parece que si una película no es El Caballero Oscuro, obligatoriamente entonces es Elektra. Y no. Entre estos dos extremos existe un amplio abanico de grises, y Venom tiene su particular rincón en él. Con sus luces y sombras, como toda película del género.

Pero empecemos con lo malo. ¿Dónde falla Venom? Mayoritariamente, en su ritmo. Es ese tipo de películas que se recrea donde debería pasar de puntillas y pasa de puntillas donde debería recrearse. ¿Habéis oído alguna vez una crítica del tipo “el principio es soporífero pero luego se anima”? Pues os estaban hablando de Venom, aunque aún no lo supierais.

Porque sí, la primera mitad del film es un suplicio. Está escrita repleta de clichés cutres, y la actuación de Tom Hardy (al que todos etiquetan como el salvador de la película) es histriónica cuanto menos. Más cercana a un Johnny Depp en sus días bajos (o sea, a Johnny Depp en los últimos diez años), su particular visión de Eddie Brock hace que empezamos a plantearnos si Venom se toma a sí misma realmente en serio. Y he aquí el secreto: la respuesta es no.

Venom no es lo que nos han vendido, y por ello se entiende en parte cierto cabreo de la crítica. No es una película emocionalmente oscura, con capas de profundidad y con una óptica nueva que haga que nos quedemos clavados a la butaca. Más bien al contrario: las situaciones son a cada una más surrealista que la anterior y en lo que al casting respecta, probablemente estemos ante el elenco más mal escogido de una película de este género. Sí, incluido Hardy.

Hardy es un actor sólido, un tipo que con poco consigue mucho (y ahí está su Bane para demostrarlo). Pero, simplemente, Eddie Brock no era para él. Por ello, esa primera mitad de la película, cuyo peso recae obviamente sobre sus hombros, no termina de cuajar. A esto no ayuda un villano estereotipado como en los días malos de Marvel Studios (Ronan, Malekith, Chaqueta Amarilla), o un interés amoroso sobre el que es mejor no hablar demasiado, por intrascendente.

Si has llegado hasta aquí probablemente pienses que Venom es realmente el desastre que auguraban. Pero no. Porque Venom, y no me creo que esté escribiendo esto, en un balance final termina por dejarte un buen sabor de boca. ¿Por qué? Pues por la razón que apuntaba un poco más arriba: porque no se toma en serio a sí misma.

Venom es casi una gamberrada. No me refiero con ello a que sea Deadpool, pero desde luego cuando mejor funciona la cinta es cuando se desmelena. Y eso, por desgracia, llega ya en la segunda parte. Ese es precisamente el foco de tanta ira con esta película, que se rinde en contar una historia fresca y con claroscuros para abrazar el cinismo y dejarse de pretensiones. Al fin y al cabo, su director es Ruben Fleischer, quien ya firmó Bienvenidos a Zombieland. Y qué demonios, esta es una película de un simbionte alienígena hipermusculado que devora gente. ¿Qué se esperaban?

Ahí está su as en la manga: el propio Veneno. Y no me refiero a la unión del simbionte y Eddie (que, por cierto, como fan de la etapa de Todd McFarlane que soy, es una jodida gozada ver a Veneno, mi Veneno, cobrar vida en la gran pantalla), sino al propio simbionte. Porque ahora mismo, si tuviera que elegir a un personaje de una película de Marvel (con permiso de Sony) con el que irme de cañas, me costaría decidirme: o Rocket o Veneno.

Una pena que esta conexión entre Eddie y el simbionte, que por momentos recuerda a la del joven John Connor con el T-800 en Terminator 2, dure tan poco. Es exactamente aquí donde Fleischer pasa de puntillas. Y debería recrearse.

Otro handicap es que, por desgracia, los distintos tráilers, promos y anuncios se han enfocado precisamente más en este aspecto, dejando pocas sorpresas para el espectador.

¿Mi consejo? No os la toméis en serio, porque la propia película tampoco lo hace. Y si alguien me pregunta si la recomendaría o no, todo depende. Creo que es obligada para los fans del personaje y su mitología. Y a los que Veneno ni os va ni os viene, ahí va mi sugerencia: es un planazo ir a verla con amigos a echarse unas risas y luego comer unas pizzas. Sin más.