[Crítica] Coleccionable Spider-Man 4: La Venganza de los Seis Siniestros

Spider-Man 4: La Venganza de los Seis Siniestros

Spider-Man 4: La Venganza de los Seis Siniestros

Con este Coleccionable Spider-Man 4: La Venganza de los Seis Siniestros, que incluye los números del 18 al 23 de la serie original USA, Erik Larsen continúa lo que ya empezó en el tomo anterior, después de que Todd McFarlane pusiese pies en polvorosa debido a un desacuerdo creativo.

Como ya pudimos ver, el autor mantiene algunos de los puntos característicos creados por McFarlane para el personaje, pero decimos adiós a la oscuridad y a ese ambiente siniestros predominante hasta ahora. Dicho por el propio Larsen, la historia de los Seis Siniestros que se cuenta aquí ha servido para que el guionista cumpliese un sueño y, de paso, pudiese dibujar a varios de sus personajes Marvel favoritos. Basta formar un equipo de sus héroes predilectos para enfrentarlo a los villanos de Spidey por excelencia, todo ello regado con una enorme cantidad de Huevos de Pascua y referencias al pasado que sirven de homenaje a sus autores preferidos.

Mucha acción, poca chicha y una cantidad excesiva de personajes, todo muy bien heredado de la época en la que se gestionó este material, muy visible tanto en los cómics como en el cine. Peleas, explosiones, destrucción y salvajismo, entre lo que se intercala de vez en cuando una desproporcionada Mary Jane Watson que si no aparece en camisón lo hace en ropa interior, y siempre está dispuesta a recompensar de “cierta manera” a Peter. Y es que recordemos que la desproporción es algo muy característico de los años 90, y Larsen no ha querido alejarse de ello ni en el guión ni en los dibujos.

Obviamente, entre tanta acción desmedida, la historia como tal queda un poco de lado. Y si alguno esperaba que el señor Larsen mejorase ese punto flojo de McFarlane a la hora de escribir los diálogos, su gozo en un pozo. Quitando algún que otro diálogo chisposo y con gracia, la interacción verbal entre personajes, a pesar de la enorme cantidad de posibilidades, se queda en algo meramente anecdótico que roza lo mediocre.

Además de esto que nos cuenta Larsen, el tomo también incluye una historia de dos números narrada por Terry Kavanagh y dibujada por Scott McDaniel, y si ya lo anterior parecía algo que se deja leer pero que pasará sin pena ni gloria por nuestra cabeza, esto baja un escalón y se auto-cataloga directamente como prescindible e, incluso, digno de ignorar.

Dicho esto, quedan dos números para acabar este coleccionable, y o mucho mejoran las cosas, o tendremos un lamentable final para algo que tanto prometió, que empezó bastante bien, y que al final se quedará en agua de borrajas.