Como ya mencioné en mi crítica del episodio inaugural de la segunda temporada Peacemaker, este arranque me dejó un sinsabor de boca. Y es que su estructura algo desbalanceada en comedia y drama no terminó de definir con nitidez el propósito del episodio. Precisamente ese manejo de pluma tan equilibrado y audaz entre estos dos géneros por parte de Gunn en la temporada previa hizo que el personaje protagonizado por John Cena se gane un lugar en el, ya saturado, panorama superheroico.
Pese a sus problemas, el episodio previo de esta nueva temporada del cabeza de excusado nos dejó un plot twist bastante jugoso, que auguraba que este segundo capítulo adoptaría una narrativa más densa, la muerte de Peacemaker a manos del mismo Peacemaker. Pero eso sería solo la punta del iceberg, ya que una de las incógnitas que dejó El Escuadrón Suicida parecía pedir a gritos una respuesta inmediata, y parece que Gunn ha escuchado nuestras plegarias, bueno casi 4 años después.
Las consecuencias de la muerte de Rick Flag
Es así, como con el terreno fértil para el drama emerja, que el episodio nos sitúa en un escenario bastante tenso, en donde el padre de Rick Flag se entera de la muerte de su hijo a manos de Christopher Smith. Cabe recalcar que el episodio se encarga también de seguir añadiendo contexto temporal al espectador.
El episodio, entre otras cosas, también nos deja claro que, así como Superman, Peacemaker será el pilar de este nuevo DCU, y es que la habitación de su padre conduce a una especie de nódulo dimensional de bolsillo es el ingreso directo a 99 dimensiones inexploradas para este universo virgen, abriendo las posibilidades de que este escenario, que se introdujo en la temporada previa de Peacemaker, pueda ser la piedra angular del conflicto venidero de este DCU. Y es que los intereses de Rick Flag padre no solo están vertidos y camuflados bajo el odio a Smith, sino que bajo este subyace una motivación obsesiva por explorar aún más las dimensiones de bolsillo que causaron estragos por todo Metrópolis en Superman a manos del infame Lex Luthor.
Precisamente esa personalidad tan compleja del personaje interpretado por Frank Grillo es la que hace que este episodio sea exquisito. Y es que el odio desmedido hacia Chris hace que esa conducta inquebrantable, metódica y patriota tan característica de un militar, se doblegue. Y aquí entra a tallar la nueva incorporación de Tim Meadows como el agente Fleury, quien va a servir como el títere de Flag, haciendo el trabajo sucio y pasándose por alto todo el ritual protocolar gubernamental, que seamos honestos, parece que será otro conflicto al que nuestros héroes se enfrentarán en el primer capítulo de este DCU.
Pero no todo es drama, ya que la incorporación de Fleury le aporta una dosis extra de comedia a la serie. Y es que su chiste sobre la pajaritis solo deja la mesa servida para que él y su equipo sean la cena de Águili, quien parece tendrá un arco más relevante en esta temporada.
Y a todo esto…. ¿dónde están los Chicos de la Calle 11?
Bueno, Chris craneando como desacerse de su otro yo. Harcourt lidiando con su masculinidad tóxica mientras tiene una crisis existencial gracias a Waller y sus influencias. Adebayo se encuentra batallando con su separación. Adrian, bueno Adrian sigue siendo él. Y el pobre Economos se encuentra entre la espada y la pared, intentando traicionar, sin quererlo, a su disruptivo clan.
Ese es, a priori, el desolador contexto al que se enfrentan nuestro jodido grupete, en el que obvio, el que se lleva la peor parte es Chris. Y es que esa constante lucha entre las sombras de su pasado y su idílico, distópico e ilusorio presente lo mantiene en un limbo y trance angustiantes, que no hacen más que tentarlo a trasgredir y alterar el orden dimensional establecido. La muerte de su contraparte dimensional parece que solo será la guinda del pastel de este enredo de tintes multiversales, en donde nuestro héroe cegado por la obsesiva búsqueda de una vida perfecta, se convertirá en el agente del caos inmediato de esta nueva temporada, que parece será un cimiento narrativo más importante de lo que se creía en este nuevo DCU.
Conviene destacar que, tras la muerte de su homónimo extradimensional, Chris aún no se ve dominado por su errónea intuición y no viola las reglas dimensionales, sino que más bien un diálogo entre Harcourt y él termina por denotar ese ímpetu imprudente, lo que más allá de ser la alborada de los estragos venideros en el DCU confirma que el personaje interpretado por Jennifer Holland adoptará una personalidad bastante nociva y antipática, no solo para Peacemaker, sino para el espectador mismo.
En tanto el arco que va adquiriendo Economos, se torna más que interesante, dado que la dinámica que este tiene con Fleury trasciende lo humorístico para colocar al personaje en una posición cada vez más comprometida. Se ve confrontado no solo por la confianza que su desatornillada mancuerna fraternal le deposita, sino también por la que la institución que lo respalda (A.R.G.U.S) le provee como chivo expiatorio de su propio equipo.
¿Un buen capítulo?
En teoria lo es. Por fin encontramos una danza armónica entre el humor ácido, que de hecho se robustece aún más con las incorporaciones de los nuevos personajes, y el drama introspectivo que ramifica su narrativa a través de los viejos conocidos de la serie. Y es que no solo somos testigos del aparente “egoísmo” de Chris por aspirar a una vida mejor, sino que con arcos, como el de Harcourt o el de su padre y hermano de la dimensión paralela, podemos empatizar con el personaje, algo que de hecho hizo de la temporada previa un producto tan especial y entrañable.
Con la excusa perfecta para que James Gunn nos inyecte lo más selecto de su playlist directo a la vena, este capítulo destaca también por una fotografía bastante decente (la estela de sangre del cadáver del Pacificador de la dimensión paralela y el ojo de uno de los secuaces surcando la luna son ejemplos bastante destacados), que no hacen más que mejorar el ritmo que el episodio previo nos había privado de presenciar.