Superman, la representación idílica de la esperanza. Ese ser que fungió de mediador para que la tensa relación entre humanos y extraterrestres se afiance. Aquel kryptoniano que, en la paradoja de lo narrativo, vio en el colapso de su mundo la oportunidad de esparcir su heroica fe en otro, uno que parecía consumido por la amoralidad y el egoísmo en su dimensión más oscura. Así, Superman se convirtió en una marca que diseminó las semillas para que otros héroes emergiesen, tanto en casa propia como en la de la competencia. Es así como, tarde o temprano, el capitalismo reconocería el potencial comercial de dicha figura.
En ese contexto, Superman (convertido ya en una marca registrada) devendría en la auténtica mina de oro de DC Comics, cuya consecuencia tan pronta como fugaz, comparable solo con el vuelo de nuestro héroe, sería que la imponente maquinaria audiovisual Hollywoodiense doblegaría su grandilocuencia ante la pureza e ingenuidad de Kal-El, y a través de múltiples adaptaciones, tanto televisivas como cinematográficas, consolidaría el impacto cultural que tal surcador de cielos impregnaría en la contemporaneidad.
Pero la pregunta es: ¿David Corenswet es digno del traje rojiazul?
Kirk Alyn, George Reeves y Christopher Reeve serían quienes calzarían con dignidad en el mítico traje rojiazul de nuestra esperanzadora figura. Por otro lado, Brandon Routh, Tom Welling, Henry Cavill y Tyler Hoechlin reflejarían la evolución del personaje en la contemporaneidad. Así, la capa se airearía por nuevos cielos, casi como un ritual sagrado, por lo menos cada década. Ahora, con James Gunn a la cabeza del caótico Universo Extendido de DC, ha sido turno de que David Corenswet se enfundase en los empolvados calzoncillos del héroe más emblemático de DC, Superman. Unos que, dejando de lado la brecha de polémicas que han traído tras sí, no habían sido usados desde que Brandon Routh los portara hace casi dos décadas.
La respuesta inmediata sobre la incógnita es un rotundo sí, ya que James Gunn no solo se lanza sin paracaídas hacia el lado más idealizado del héroe, sino que abraza sin pudor alguno el lado más frágil y vulnerable de nuestro kryptoniano, priorizando el hombre sobre el súper, escarbando en sus miedos, desafiando sus convicciones e incluso cuestionando los cimientos de su inquebrantable código moral. Y aunque bien es cierto que este desprendimiento de inocencia y vulnerabilidad pueden desdibujar el arraigo idealístico que el mundo ha tenido del personaje durante décadas, se percibe necesario, ya que el hecho de humanizar al héroe arrodillándolo ante la desgracia, funge como imán inmediato de empatía hacia el espectador. Esta osada aproximación evidencia el vehemente y desesperado anhelo del director por establecer una conexión genuina y profunda con el espectador, indispensable para cimentar el desarrollo de, quizás, el arco más trascendental de este filme.
El intacto origen de Superman desde una perspectiva más turbia
Es así como, subyugadas bajo el influjo de este arco narrativo, emergen una serie de decisiones creativas que delinean con trazo firme la frontera entre dos vertientes interpretativas marcadamente polémicas. Detengámonos en aquellas que encapsulan a la perfección esta percepción. Una que diverge en demasía con el origen clásico del personaje y desafía la glorificada imagen que guardamos con nostalgia en nuestra memoria. En efecto, nos referimos a aquella composición narrativa en donde la Ingeniera logra infiltrarse en el sistema central de la Fortaleza de la Soledad y descifra el metraje restante de la grabación de Jor-El (interpretado por Bradley Cooper) y Lara Lor-Van antes de enviar a su hijo con destino a la Tierra. Es así como Gunn, en un arrebato de osada confianza vertida en su propia visión autoral, se toma la licencia de torcer aquellas viñetas que plasmaban la historia de origen clásica de nuestro héroe en beneficio del arco narrativo de este. Este resquebrajamiento narrativo se esmera en hacer que el último hijo de Krypton vea a través de una vertiginosa constancia el cuestionamiento de su arraigo de valores.
Un reparto secundario tan potente que opaca al mismo Hombre de Acero
Para nadie es un secreto que una de las virtudes que ha gobernado cada propuesta cinematografica y televisiva de James Gunn ha sido la meticulosa elección de sus personajes y su exquisito desarrollo. Y es que el director parece tener una predilección, que roza en lo fetichista, con los personajes rotos e incomprendidos, aquellos que además ven en la popularidad una utopía. Es así como el director ha sido el artífice de la sublimación y consagración de personajes que habitaban en la zona crepuscular de la popularidad, a través de un despliegue narrativo enriquecido (mayoritariamente) por la introspección del lado más vulnerable de estos renegados.
Entre ese abanico de múltiples subtramas, es impresionante como James Gunn logra que un irreverente grupo superheroico sobresalga, incluso con el contra añadido a su arco narrativo de tener un origen nulo, uno que más allá del logo que impregna (Lord Tech) sus formalmente gubernamentales trajes, no sienta precedentes argumentales que generen una empatía inmediata con el espectador. Sin embargo, en un arco que podría significar un dolor de cabeza para el filme, Gunn encuentra una mina de oro narrativa, la cual gracias a su sabia pluma, sabe explotar con una creatividad impecable, dotando así a cada personaje de una fuerza narrativa única impulsada con obviedad nítida por las interpretaciones de sus estrellas.
Guy Gardner (Nathan Fillion) no solo funge de líder de esta Justice Gang, sino que es embebido por la personalidad de Fillion, quien dota al personaje de una exacerbación casi de parodia y ambigua del arquetipo superheroico, cómicamente egocéntrico, pero a la vez inocente. Por otro lado, Mr. Terrific (Edi Gathegi) es el más destacado en esta mancuerna de personajes, manteniendo un dominio silente en cada escena en la que su presencia es requerida. Y es que, sin apenas esbozar una palabra, este se convierte en el personaje más rico del trío infame. Dotado de una personalidad intelectualmente superdotada, el encanto del personaje radica en el desinterés con el que este carga el peso de su genialidad. Una escena que plasma esta dualidad del personaje es una que involucra a Terrific y Lois Lane (Rachel Brosnahan) (otro arco narrativo que beneficia el dinamismo en la narrativa del filme) en su garaje. En cuanto a Hawkgirl (Isabella Merced), esta representa el lado más amoral del grupo, siendo dominada por una personalidad bastante congruente con su lado más heroico rigiéndose bajo los valores clásicos de este arquetipo, pero abrazando también ese polémico concepto de matar que algunos de estos héroes han adoptado como cuestionable método de protección.
Una Lois Lane contemporánea
¿Que sería de Superman sin su eterna amante, su complemento perfecto, el titular de su noticia? Nos referimos, por supuesto a Lois Lane, un personaje que, siendo francos, al menos cinematográficamente hablando, siempre se relegó a ser la clásica dama en apuros que nuestro héroe debía salvar. Sin embargo, y con el tiempo como mejor cómplice, la icónica reportera del Daily Planet logró tener un arco narrativo más sólido e independiente gracias al enfoque más maduro que cada adaptación cinematográfica (o televisiva) del héroe emblema de DC iba adoptando, que si bien le brindaba intenciones de empoderamiento al personaje, no la terminaba de socorrer de la imponente sombra del Hombre de Acero.
Es precisamente tras una trayectoria algo endeble respecto a una autonomía narrativa, que James Gunn da un giro de timón en lo que respecta al tratamiento de este personaje, brindándole al espectador una nueva perspectiva sobre el lado más empoderado del personaje. Y es que desde una óptica honesta, el personaje interpretado por Rachel Brosnahan adquiere una solidez argumentativa que había estado carente en sus iteraciones previas. Esta vez, sus motivaciones no giran en torno a Clark Kent (a excepción de la secuencia en donde ella entrevista a Kent y delimita sus intenciones, en las que sacrificar su juicio moral de reportera sobreponen incluso su amor por él), sino a sus convicciones y arraigos que el ejercicio de su profesión requiere.
Otras secuencias que ilustran a la perfección esta actitud son el arco que comparte con Mr. Terrific, tripulando la nave de este, denotando una personalidad arriesgada y de líder, en una faceta que no habíamos visto representada con contundencia, al menos cinematográficamente hablando.
Por fin, un Lex Luthor sensato
Vamos a sincerarnos en que la personificación previa del villano emblema del surcacielos kryptoniano no fué la más digna que se ha visto. Y es que su actitud híbrida entre lo que se supone que debía representar Luthor y un descarado coqueteo con una personalidad más Jokeriana no ayudó a que el personaje gozase del cariño de los fans, difuminando su solidez como personaje en el infame y ya finiquitado DCEU.
Con DC explorando ahora nuevos y renovados aires, Nicholas Hoult se erige como la encarnación del icónico villano de Superman. Aquí, el actor despliega su versatilidad actoral para presentarnos su versión del personaje, en donde la lucidez intelectual mantiene constantemente el odio visceral que este denota hacia el kryptoniano. Y es que esta iteración del villano, lejos de dejarse arrastrar por impulsos estúpidos, parece haber estudiado a la perfección cada movimiento de su contrincante para fortalecer su potencial como amenaza y ostentar su capacidad de estratega. La traducción narrativa resulta en un personaje que parece que siempre tiene un plan de contingencia contra Superman. Esto sin duda resulta en un punto a favor para la construcción del personaje, ya que lo hace sentirse incluso más peligroso y sólido como amenaza, a diferencia de sus contrapartidas previas, que usualmente tenían el odio como principal tropiezo de su arco narrativo.
Krypto, sin palabras
No les voy a mentir si digo que fui de los primeros a que la inclusión del supercanino en esta película le causaba más dudas que certezas. Y es que no me culpen, la presencia de este perro superdotado podría haber alejado aún más a algunos escépticos. Probablemente porque denotaba el tono que el largometraje abrazaría, uno que a muchos no les terminaba de convencer, principalmente por la divergencia de este y el tono que el héroe había adoptado en sus últimas adaptaciones cinematográficas (Superman Returns y El Hombre de Acero). No estamos diciendo que el resultado final de esta propuesta carezca de eficacia, todo lo contrario. Lo que se plantea es que esta versión del kryptoniano embebido por su faceta más optimista (tanto en actitud como en entorno) no la veíamos con tanta nitidez desde la encarnación de Christopher Reeve.
Dicho esto, es innegable que la apuesta termina por funcionar, y con creces, entregándonos un Superman con un mundo que no rehúye de abrazar esa naturaleza tan fantástica e idílica que caracteriza a su versión comiquera. Es así como Krypto termina por encajar a la perfección en esta ecuación, potenciando la naturaleza fantástica del relato. Y es que no solo su presencia es dosificada con estrategia, sino que el CGI del animal es tan pulido que mantiene íntegra esta, valga decir verdades, realista ilusión. Y ya que mencionamos el CGI, creo que es momento de cerrar esta crítica con el apartado técnico del filme, que si bien no es perfecto, cumple con decencia su propósito.
Un apartado técnico agridulce
Vamos a cerrar nuestra crítica con un apartado por decirlo menos, polémico, si tenemos en cuenta el contexto del cine superheroico, que principalmente ha encontrado en la sobresaturación de su género su talón de Aquiles. Y es que para ser francos, el equilibrio entre calidad y cantidad que esta categoría cinematográfica ostentaba en el inicio de su auge, hace tiempo que se vio devorado por el insaciable apetito de los fans, ávidos de estímulos visuales desmedidos y narrativas de impacto inmediato.
Es en este escenario, Superman se erige como un intento de acabar con este patrón de mediocridad técnica que estos filmes han venido siguiendo, y si bien es cierto no podemos afirmar que finiquita esa vulgaridad estilística, si que defiende su propuesta con resultados que sobre la marcha se ejecutan con decencia. Vamos a empezar por un apartado que ha visto una evidente involución y que, traducido en la gran pantalla, ha horrorizado hasta el espectador menos juicioso con verdaderos engendros visuales. Aquí podríamos decir que no es el caso, ya que el trabajo de CGI que este Superman exhibe, es en líneas generales correcto, aunque no excepto de altibajos. Algunas secuencias (ya objeto de controversia desde su aparición en los tráileres) distorsionan momentáneamente la cohesión visual del conjunto, sin comprometerlo del todo.
Respecto al acompañamiento sonoro, este opta por omitir la innovación y abrazar la nostalgia, al usar las icónicas partituras que John Williams compuso como tema emblema del surcacielos allá por 1978. Estas piezas, cargadas de un obvio simbolismo ya impregnado en el imaginario colectivo, elevan aún más la intención épica de cada secuencia, que desde el guión mismo parece haber sido concebida. No obstante, y como una crítica más subjetiva, hubiera preferido una relectura más audaz en la banda sonora propuesta. Una reinterpretación que no solo rindiera homenaje al legado musical del personaje, sino que se convirtiera en el sello insignia de esta iteración del kryptoniano. Algo así como lo que Williams logró con Reeve o Zimmer con Cavill.
Conclusiones
¿Es Superman la mejor iteración que ha alumbrado el séptimo arte? Pues no, pero sí la más arriesgada en concepto. Uno que se esmera en mostrarte la faceta más vulnerable del mítico héroe, en donde una amalgama de géneros impulsa un relato que tiene como principal objetivo refrescar y devolver ese optimismo que caracterizó al superhéroe. Con una mancuerna de protagonistas de lujo, a la cual se le saca todo el provecho posible (en ocasiones con arcos excesivos), el relato envuelve al espectador, precisamente por recuperar esa idílica fantasía que no se veía desde el Superman de Reeve.
Aunque quizá, lo que apuesta en innovación narrativa lo contrarresta en su apartado técnico, en donde tenemos una sequía de novedades, optando por un conveniente homenaje a las adaptaciones previas del mítico héroe, en lugar de abrazar nuevas visiones creativas (nos referimos específicamente a la banda sonora original de la película), que para ser honestos se sienten más como una salida fácil, lo que podría terminar lastrando ese concepto de nueva perspectiva que el filme intenta ostentar.