[Crítica] Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos

Crítica Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos

Antes de que los Vengadores, los X-Men y los Guardianes de la Galaxia se apoderaran de la narrativa onomatopéyica de los comics (y posteriormente cinematográfica), existió una argolla de personajes que fundó el concepto del grupo superheroico. Aquella idílica familia, de hecho, fungiría como inspiración para que estos ensambles heroicos puedan materializarse y convertirse en los tótems contemporáneos de hoy en día. Así, este cuarteto también se convertiría en el primer grupo superhéroico que se atrevería a coquetear con los imponentes engranajes Hollywodenses, en un momento donde esta industria aún abrazaba con timidez tal prematuro concepto cinematográfico del héroe rozando la gran pantalla.

En tal contexto, sería en 1994 que Bernd Eichinger plasmaría su visión de este cuarteto superheroico en un ambicioso proyecto que jamás vería la luz, y que gracias al capricho del director de Historia Sin Fin, por evitar que los derechos de estos personajes regresen a Marvel, quedaría archivado junto al vasto grupo de filmes que no fueron dignos de alcanzar la magnificencia ostentosa de la gran H. Tuvieron que pasar más de 10 años para que, ahora con 20th Century Fox como cómplice de la osadía, la maquinaria Hollywoodense se atreviese a desempolvar y traducir al séptimo arte las ya descoloridas viñetas de este cuarteto superdotado icónico de la edad arbórea del comic. Fue así como en el 2005 llegaría una nueva adaptación cinematográfica de Los 4 Fantásticos con Ioan Gruffudd, Jessica Alba, Michael Chiklis y un actor que paradójicamente sería testigo de los tropiezos y posterior ascenso de Marvel Studios en la industria Hollywoodiense. Hablamos de nuestro querido Capitán América Chris Evans, quien se dejaría poseer por las incandescentes llamas de Johnny Storm.

Los Cuatro Fantásticos (1994) Trailer Oficial

Esta adaptación cinematográfica, aunque fue digna de calzar en la mayoría de las expectativas y exigencias del cine de superhéroes de la época, incluso dando pie a una secuela, significó el ocaso de este cuarteto en la industria Hollywoodiense. Los factores que motivaron tal declive en la iconicidad de estos héroes fueron, en principio, la predominancia de un tono descaradamente ligero y poco apegado a los comics de su guión, la deficiencia en la performance actoral de la argolla protagonista y el indigno CGI de la época. Así, y bajo ese contexto algo desolador, cabría suponer que la secuela se erigiría como una oportunidad de redención. Sin embargo, y como una paradoja que alimenta la teoría de la maldición sobre este cuarteto, Los 4 Fantásticos y Silver Sufer no solo heredó las deficiencias de su predecesora, sino que las exacerbó, aniquilando cualquier plan de una potencial tercera entrega.

Los 4 Fantásticos (2005) - Tráiler 3 Doblado

Ya en el inicio del apogeo del cine de superhéroes con la naciente fiebre post-Vengadores, y con los X-Men fungiendo como el grupo superheroico emblema de la 20th Century Fox, el estudio desistiría de completar la trilogía de la adaptación previa de los Cuatro Fantásticos para optar por un reinicio que no solo nutriría su abanico cinematográfico superheroico más allá del dominio mutante, sino que haría frente a la ambiciosa apuesta de Marvel Studios con el UCM. Así pues, en 2015 llegaría una nueva visión cinematográfica de los Cuatro Fantásticos bautizada como Fant4stic en su versión original, encabezada por Miles Teller como Mr. Fantástico, Michael B. Jordan como la Antorcha Humana, Kate Mara como la Mujer Invisible y Jamie Bell como La Cosa. Este filme constituyó un despropósito estrambótico para el estudio, incluso más monumental que la adaptación previa del grupo superheroico, tanto en taquilla como en recepción por parte del público, lo que sepultó de inmediato una posible (y planeada) secuela, finiquitando así cualquier intento de coqueteo del gigante Hollywoodiense con este cuarteto entrañable. Los cómplices de este suceso, serían una serie de diferencias creativas del director con el estudio (incluso este se llegaría a desligar del producto final que se exhibió en los cines) y un tono demasiado maduro que denotaba una divergencia abismal con el carácter entrañable y cálido del grupo.

Cuatro Fantásticos | Tráiler #3 Oficial España HD

Como si fuese una maldición, tuvieron que pasar casi otros 10 años para que en un contexto más propicio (los derechos de los personajes ya eran 100% propiedad de Marvel Studios), pero agotado respecto al cine de superhéroes, Marvel optara por adaptar el evento cinematográfico que más dolor de cabeza les había causado. Esto podría considerarse una paradoja, y me refiero a tener la intrepidez de adaptar un producto que les significó un constante tropiezo creativo y logístico en un contexto en donde la calidad de sus filmes se ha visto cuestionada por la sobresaturación de la marca. Es algo que constituye, sin lugar a dudas, un acto de verdadera osadía.

Es así como el gigante comiquero por fin abrazaría a uno de los primeros eslabones que nutrieron su iconicidad como marca, los Cuatro Fantásticos. John Watts (trilogía Spider-Man) fue anunciado como el director allá por la D23 de 2020. Sin embargo, y para el alivio de todos, dejó el proyecto en 2022. Fue entonces cuando el artífice de uno de los universos compartidos más legendarios de todos decidió depositar todas sus esperanzas en el director de Bruja Escarlata y Visión, Matt Shakman, a quien le encomendó esta desafiante tarea de adaptar, con la dignidad y fidelidad que merece, la entrañable ecencia de este emblemático grupo de héroes.

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Alumbrada sobre los escombros del infortunio, irrumpe en los cines de todo el mundo Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos. Anticipando que creo que significó un triunfo para el Universo Cinematográfico de Marvel, bajo mi óptica más subjetiva, procederé a desentrañar que apartados hacen de esta, en mi opinión, una de las mejores y más redondas películas de Marvel que se han hecho en los últimos años.

Matt Shakman lo hizo de nuevo

La era post-Endgame sin duda no ha sido la mejor para Marvel Studios. Y es que el gigante comiquero se veía eclipsado por las monumentales expectativas que él mismo había sembrado. ¿Qué seguiría? o ¿Cuál será el próximo gran evento? fueron las incógnitas que surgieron de manera inmediata tras el culmen de la denominada Saga del Infinito. Tales dudas se disiparían en el marco de la Comic Con de San Diego de 2019, en donde Marvel presentaría su clásico cronograma de estrenos. En dicho marco, un proyecto en particular no solo inauguraría la Fase 4 del estudio, si no que serviría como gancho publicitario de la flamante plataforma de streaming del conglomerado detrás de Marvel Studios, Disney+. Nos referimos sin duda a Bruja Escarlata y Visión, aquella narrativa en forma de serie que mantendría fulgurante ese hype por el futuro del UCM. Aquella producción significaría un punto de inflexión sobre el nuevo, variado y experimental abanico de productos con el que hogar de los Vengadores pretendía secuestrar la atención, no solo de sus fieles seguidores, si no la del público más excéptico a este mundo superheroico.

La serie, protagonizada por Elizabeth Olsen como la Bruja Escarlata, nos presentaba una narrativa rupturista en la que lo inesperado desafiaba el clásico arquetipo dominante del cine superheroico, y en donde cada episodio constituía una especia de catalizador cultural, propiciando la excusa perfecta para que las redes se inundasen con oleadas de teorías que pretendían descifrar el prematuro nacimiento de la Saga del Multiverso. Encumbrada como uno de los mejores productos audiovisuales de Marvel Studios tanto por la crítica como por el público, Bruja Escarlata y Visión de inmediato se convertiría en un producto icónico de la casa. Su estética retro, articulada en torno al arquetipo de las sitcom de antaño y la evolución de estas, dotaron a la serie de una personalidad única, profundamente nostálgica y evocadora.

Bruja Escarlata y Visión | Tráiler oficial 2 en español | Disney+

Bajo esa premisa, la elección de Matt Shakman como artífice de esta nueva y ambiciosa odisea cinematográfica ya anticipaba el lenguaje visual y narrativo que el director de Bruja Escarlata y Visión ejecutaría para impulsar las bases argumentativas de este desafío traducido en séptimo arte. Es así que, con los fans en el bolsillo, Shakman no solo logra rozar él éxito con esta nueva adaptación fílmica de la familia fundadora de Marvel Comics, si no que supera con magnificencia las expectativas dimensionadas por el público y crítica, abrazando el mismo concepto de su serie insignia para contextualizar el universo donde la nueva aventura de nuestro cuarteto favorito se desarrollará (que dicho sea de paso, es independiente, un punto a favor para esta película). Se trata de un universo en donde el estilo retrofuturista atrapa de inmediato la atención del espectador, mientras que una ola de nostalgia sumerge la conciencia de este en el vasto mar de emotividad que inunda el filme. Dichos tratamientos no hacen más que reforzar ese espíritu entrañable que este grupete cimentado por los lazos de familia emana en su contraparte comiquera, una esencia afectiva que, de no mediar la entrega comprometida de su argolla actoral, difícilmente habría logrado atravesar con autenticidad el umbral de la gran pantalla.

Un reparto de protagonistas que despilfarra química

Pedro Pascal, Vanessa Kirby, Joseph Quinn y Ebon Moss-Bachrach son los flamantes encargados de dotar de personalidad a cada una de sus contrapartes ficticias, aquellas que siempre se vieron subyugadas bajo la sombra de la polémica, una que constantemente envolvió las adaptaciones previas de la familia fundacional de Marvel. Y es que todas las encarnaciones cinematográficas que este cuarteto ha ostentado en la gran pantalla han sido infames, dejando tras de sí interpretaciones poco memorables que incluso tradujeron tal mediocridad en el estancamiento de la carrera de los actores que entregaron su sabiduría interpretativa para materializar con dignidad la personalidad de este grupete. Así pues, tan longeva atrofia narrativa sería la culpable de encumbrar el legado de la mítica familia entrañable de Marvel hacia una decadencia sin frenos.

En tal desolador contexto, parecía ser que el principal abismo de expectativas contra el que Marvel Studios se enfrentaba, era el de un reparto digno de encapsular ese espíritu entrañable y cálido dominante de la singular familia que cimentó las viñetas marvelitas. Así pues, febrero del año pasado sería testigo del anuncio de lo que la gigante comiquera detrás de la fiebre de universos compartidos tenía bajo la manga. Finalmente, y con un orgullo que les inflaba el pecho, Marvel Studios anunciaba con bombos y platillos al flamante reparto de Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos.

Pedro Pascal, quien se encontraba en el umbral del éxito con proyectos como The Last Of Us, y de hecho, ya había coqueteado con el género superheroico en la casa vecina con Wonder Woman 1984, sería el encargado de calzar en las fibras dinámicas del traje de Reed Richards, líder de este cuarteto mítico. En cuanto a su eterna amante, Sue Storm, la encargada sería la nominada al Oscar Vanessa Kirby, mientras que las incandescente llamas poseerían la personalidad del recién afamado Joseph Quinn (Stranger Things). Finalmente, Ebon Moss-Bachrach tendría la ardua tarea de representar, con el traje de captura de movimientos como desafío interpretativo limitante, esa dualidad entre la fuerza bruta y humanidad que caracteriza a Ben Grimm, mejor conocido en el mundo comiquero como La Cosa.

En adherencia y como argolla villanística, el filme pone sobre el plató a dos icónicos villanos cuyas trayectorias han permanecido inextricablemente ligadas al legado histórico de estos insignes héroes. Galactus y Estela Plateada se imponen como antagonistas de un guión que desborda emotividad, articulando un marcado contraste que se mantendrá dominante durante todo el desarrollo del filme. Las expectativas que ambos debían de cumplir eran, por decirlo menos, tan titánicas como el infame devorador de mundos. Y aunque la herencia cinematográfica que ambas personificaciones del mal mismo debían honrar no era la más memorable, ya que las últimas adaptaciones cinematográficas de este dueto de villanos rozaron la parodia al momento de traducir su magnificencia a la gran pantalla, sí tenían la responsabilidad de trasmitir esa exuberante e imponente presencia narrativa que los precede en su contraparte comiquera.

En ese sentido, todo el reparto alcanza a cubrir cada ápice de expectativas, con actuaciones que dotan de una personalidad sólida y definida a cada personaje. Y es que bajo el respaldo de una narrativa que usa a cada pieza de su propuesta como cimiento necesario de su desarrollo, el filme logra ensamblar un buena argolla de personajes que realmente ayudan a enaltecer esa aura cargada de nostalgia y emotividad en los que te termina sumergiendo este épico filme.

Pedro Pascal como Mr. Fantástico: Un estirón más a su desarrollo, por favor

Cabe mencionar que no pretendo poner en tela de juicio el nivel actoral de Pedro Pascal ni mucho menos, ya que de hecho soy uno de los millones que ha caído en las garras de la Pedromanía, esta especie de fiebre por el actor detrás de The Mandalorian. Así, con la aclaración precediendo a esta crítica hacia su trabajo en esta nueva y nostálgica odisea en la que se ha embarcado, que además funge como su segundo intento de cortejo con el cine de superhéroes, procederé a analizar su interpretación de este genio superdotado mejor conocido en las viñetas como Mr. Fantástico.

Desde los albores de su guión, Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos establece una personalidad cargada de un aura intrigante hacia este personaje. Y es que esta reinvención contemporánea del cuarteto génesis de Marvel nos presenta al clásico arquetipo de Reed Richards, un tipo superdotado en inteligencia, algo que es históricamente conocido, pero que por desgracia no se llega a explotar a nivel narrativo en el corte final, una secuencia que representa muy bien esa personalidad del personaje previo a ahogarse entre las aguas del pánico causadas por Galactus. Es aquella escena en donde Richards ofrece clases de ciencia a unos infantes donde podemos ver como su intuición incluso supera a su propia inteligencia, omitiendo una larga y aburrida explicación científica para proceder a ejecutar un experimento, ganándose de inmediato la atención de estos pequeños. Esta breve pero significativa escena condensa, en mi opinión, uno de los matices más sugestivos de su personalidad.

No obstante, esta arista argumental de Richards se ve condicionada por las limitaciones temporales que el filme se impone como regla, unas que no dejan respiro para que algunos arcos de desarrollo encuentren un terreno lo suficientemente fértil para emerger con la densidad narrativa que la predominancia del filme (principalmente emotiva) requiere. La ausencia de tal trasfondo (imprescindible para la maduración del personaje) del que principalmente Reed es víctima, funge como agente divorciante de esa conexión emocional y narrativa que todo arco bien desarrollado debería ostentar.

Es en ese sentido, la película no permite que la faceta optimista de Reed se expanda más debido a que el arco narrativo que envuelve a Galactus y Estela Plateada lo impide de inmediato, provocando que esa actitud segura y serena de tener todo bajo control dé un giro abrupto, tornándose en una cargada de angustia y desespero, la cual incluso en algún punto del filme puede derivar en una conducta algo repetitiva e incluso incómoda hacia el espectador, concepto narrativo que si bien es cierto no difiere con la naturaleza del relato, hubiera preferido que conviviese en un equilibrio más justo con la versión más esperanzadora del personaje líder de los Cuatro Fantásticos.

Vanessa Kirby: La columna emocional de la propuesta

En contraste con la personalidad de su imperecedero amante Reed Richards, Sue Storm encarnada con una destreza emocional supradimensional por Vanessa Kirby emerge como conducto catalizador del lado más sensiblero del filme. Y es que su conducta optimista no se evapora hasta que la amenaza del devorador mundos se hace palpable y la vida de su primogénito es puesta en peligro.

Aquí Matt Shakman se encuentra en su elemento y, como pez en el agua, demuestra sus dotes de dirección, sobre todo con un elemento argumental con el que ya había coqueteado con descaro en el pasado, el parental. Y es que tal cual un deja vú, el filme abre su arco más rico (narrativamente hablando): La relación entre Sue y Franklin, que no hace más que evocar el desgarrador arco que el director californiano abordó en Bruja Escarlata y Visión, a diferencia de que en este contexto la situación es dotada de tintes narrativos políticamente «más correctos». Así, la conducta de Sue tuerce los renglones de su despliegue narrativo hacia uno en donde el amor de madre se convierte en la fuerza impulsora del personaje.

“No sacrificaré a mi hijo por este mundo, ni sacrificaré a este mundo por mi hijo» es la frase que encapsula mejor este abrupto cambio de personalidad del personaje, que en el clímax de su madurez, encuentra una motivación de dimensiones más sólidas por la que luchar (más allá de la inminente amenaza que acecha a su mundo). Y es que la robustez de su arco narrativo alcanza un punto tan encumbrado que incluso la llega a enfrentarse al amor de su vida por defender la supervivencia de su primogénito en una escena en donde Sue duda de esa intelectualidad única de Reeds que, en otro tiempo, la cautivó. Pero no es hasta el apogeo del tercer acto en donde podría confirmar sin titubear que esta se erige como uno de los mejores personajes que el UCM ha alumbrado en su reciente década.

Así pues, y en un escenario consumido por Galactus, la Susan Storm que dominaba la pantalla y la narrativa opta convenientemente por un silencio sepulcral que anticipa la desgracia materializada en sacrificio. Es entonces, en un panorama desolador, cuando el devorador mundos ya parece salirse con la suya secuestrando al pequeño Franklin, el personaje interpretado por Vanessa Kirby, en un momento que te estruja el pecho con su emotivo despliegue, canaliza hasta el último vestigio de todo su poder para enfrentarse al icónico antagonista. El precio de tal acto es su propia vida. Sin embargo, su muerte no es vana ya que logra preservar lo que más ama: el pequeño Franklin. Esta escena, sin duda, se erige como un acto supremo de amor maternal y heroísmo sin concesiones.

Pero ¿qué sería de Marvel sin sus conveniencias de guión? Aunque cabe resaltar que, en esta ocasión, dichas conveniencias encuentran justificación dentro de un contexto que las exige con legitimidad dramática. Tras la muerte de Sue Storm, se nos ofrece una escena que sirve como antesala del poder que Franklin Richards impartirá por todo el UCM. Es así como en un gesto de aparente sencillez, pero cargado de significado, el infante con apenas rozar el cuerpo sin vida de su madre logra restaurarla a la existencia. Aquella secuencia icónica es orquestada con una carga emocional que es la cómplice perfecta para que el espectador vea en esbozar una lágrima. Lo inevitable.

Johnny Storm: Joseph Quinn siendo Joseph Quinn

Llámenme ignorante, pero he sido de ese ínfimo grupo que no se ha atrevido a ver Stranger Things. Sin embargo, sí puedo decir con orgullo que he sido testigo de la estela de euforia colectiva que la icónica serie de Netflix ha dejado en las redes sociales como vestigio de su impacto en la cultura popular, sobre todo en su temporada previa, que según muchos revivió el interés en esta producción televisiva financiada por la gran N. Es así como entre tal tumulto mediático, un nombre clave resaltaría en tan célebre y aclamada temporada, el de Joseph Quinn, el actor que interpretó a Eddie Munson, el metalero que encumbró para muchos una de las mejores escenas de la serie, aquella en la que Master Of Puppets ejerce dominio sobre el clímax del final de dicha temporada de la manera más épica posible.

Pero Joseph Quinn llegaría a mi radar en eventos cinematográficos posteriores como Un Lugar Tranquilo: Día Uno, y me convertiría en fan de sus entrevistas por su manera bastante casual y despreocupada de abordarlas, personalidad con las que también dotaría a la mayoría de sus personajes. Bajo esos matices contextuales, la Antorcha Humana ocuparía el último lugar de mi lista de expectativas, no por que no me emocionase ver su incandescente presencia en la gran pantalla, sino porque no veía potencial interpretativo por parte del actor para cambiar respecto a versiones cinematográficas anteriores. Sin embargo, y contra todo pronóstico, Quinn nutre al personaje de su propia personalidad, lo que resulta en una amalgama interpretativa interesante, teniendo en cuenta el símil de la naturaleza desenfadada del menor de los Storm con el actor.

Y es que su propuesta actoral no desafía sus paradigmas actorales. Al contrario, se percibe con claridad que Quinn actúa desde su esencia. La verdadera innovación reside no tanto en una actuación que apenas desborda originalidad, sino más bien en una que sostiene su encanto abrazando una nueva perspectiva que añade sin pudor un arco que no solo refuerza esa personalidad disruptivamente seductora del mítico personaje, sino que inteligentemente aprovecha esta virtud del personaje para desplegar una arquitectura narrativa que enriquece a un personaje que, a priori, parecía que sería tratado con una hondura superficial. Nos referimos a la conexión que establece con la versión femenina de Estela Plateada, mejor conocida como Shalla-Ball, encarnada con destreza por Julia Garner.

En ese sentido, Johnny Storm respeta el arquetipo clásico tanto del cómic como de sus adaptaciones cinematográficas previas, manteniendo incandescente no solo las llamas de su icónica personalidad, sino también de las de sus intenciones más coquetas, aquellas que esta vez apuntaran al personaje encarnado por Julia Garner. Y es que a partir de su primer contacto, el filme subvierte estratégicamente un sub-arco que coloca ambos personajes en un juego lúdico y sugerente en donde la intrigante aura de Shalla-Ball expone la sinvergüencería del lado más galante de Johnny, mientras que este funge como catalizador de la curiosidad del espectador por ahondar más en el enigma que envuelve al carácter de Garner. Así, ambos articulan una especie de relación simbiótica en donde uno necesita del otro para estructurar su arco argumentativo.

Estela Plateada: Opacando al mismísimo Galactus

Y hablando de Estela Plateada, este ente sufre una metamorfosis que bebe directamente de una variante femenina del surfista intergaláctico que poseyó las onomatopéyicas páginas de los cómics allá por 1968. Shalla-Ball es quien se encarga de ser el heraldo de la tragedia, la secuaz de la amenaza imperante del filme, el infame Galactus. La actriz encargada de dotar de vida a tal plateado ente es Julia Garner, actriz que aunque ve limitado su potencial actoral por lo deslumbrante y despampanante de su metalizado ser, obviamente materializado por CGI, cautiva con su misticismo respecto a un trasfondo nítido de origen.

Los 4 Fantásticos: Primeros Pasos de Marvel Studios | Escena: "Heraldo de Galactus" | HD

Ese trasfondo desdibujado por la estela plateada del personaje adquiere algo de nitidez gracias a una conveniencia de guión, que desarrolla el origen de esta a través de la coqueta perspectiva del benjamín de los Storm, Johnny. Esta mancuerna en la que Johnny canaliza esa curiosidad del espectador por inmiscuirse en el origen del personaje, dota de un vago soporte narrativo al personaje interpretado por Garner. Sin embargo, y con ánimos de generar una amnesia a este terreno poco nutrido en lo que respecta a un origen sólido, Marvel Studios encuentra en este personaje también la excusa perfecta para engrandecer el concepto intergaláctico de la propuesta narrativa. Y es que este personaje tan misterioso como magnético es el encargado de orquestar la mayoría de escenas visualmente apabullantes de esta reinvención contemporánea y a la vez nostálgica de cuarteto fantástico.

Galactus: O ¿qué pasaría si Thanos hubiera intervenido en Los Vengadores?

Desde el génesis de su marketing, Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos se jactó de tener como némesis dominante al villano más icónico del repertorio fantástico, Galactus. Sin embargo, tal osadía de traspasar la magnificencia imponente del personaje a la gran pantalla, naturalmente avivó el debate sobre si Marvel Studios (quien de hecho venía de una racha bastante cuestionada, respecto a amenazas sólidas en sus productos cinematográficos) adaptaría con dignidad la dimensión apocalíptica que este ente representaba.

Así, y estableciendo una incompatibilidad en el patrón de marketing que el estudio manejaba, este filme se privó de mostrar en todo su esplendor al subyugador de mundos hasta el día del estreno del filme, algo que sin duda beneficia monumentalmente el impacto que este causa en su primera aparición en el filme. Tal escena, orquestada con una majestuosidad impecable, tanto en CGI como en narrativa, confronta a nuestros héroes con quienes serán sus dos verdugos durante todo el filme, Galactus y Estela Plateada. En ese sentido, la representación que propone este segundo intento de adaptación del infame villano resulta ejecutada con una fidelidad que eriza la piel hasta del más escéptico. Y es que el personaje nutrido de vida por Ralph Ineson supera las expectativas, por lo menos personales, de lo que representa para el contexto narrativo del filme, incluso atreviéndome a decir que se erige con más impotencia visual que el mismo Thanos, o recientemente el expectorado líder de la Saga del Multiverso, Kang El Conquistador.

El éxito de adaptar la omnipotencia de este ser casi celestial a la gran pantalla puede deberse a muchos factores. Entre ellos, el abandono de la absurda manía de Marvel por revelar mucho metraje antes del estreno del filme. Por otro lado, el impecable CGI y los notorios efectos prácticos pueden haber contribuido a esto también. Bajo esa premisa, el aura de amenaza que envuelve al personaje inevitablemente evoca recuerdos del arco de Thanos. Y aunque siendo honestos, sus cimientos argumentativos podrían ser destruidos con un solo soplido del Titán Loco, la presencia que Galactus ostenta es superior, por los menos visualmente. Y es que el esquema narrativo de Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos comparte bastante paralelismos con el primer filme que vio surgir al Titán Loco. Sí, hablamos Los Vengadores, y aunque no decimos que sea superior en cuanto a desarrollo de sus argumentos, sí que usa todos los clichés que este usó para construir sus, valga decir, improvisados cimientos. Esta comparación la uso para denotar qué puntos hacen de Galactus un villano con potencial un tanto desperdiciado.

Un grupo de héroes se una para salvar el mundo, un villano loco titeretea el apocalíptico escenario, con motivaciones cuestionables, enviando un heraldo a cumplir su misión. Acaso ¿ese no es el mismo arquetipo de Los Vengadores? Pues sí, solo que en este caso la nueva reinvención de los Cuatro Fantásticos para la contemporaneidad apresura lo que la primera entrega de los Vengadores cocinó a fuego lento, su villano. Así pues, resulta ineludible que Galactus impone una presencia digna de un apocalipsis inminente. Sin embargo, la construcción respecto al primer acto de su arco narrativo yuxtapone un desequilibrio respecto al despliegue narrativo del tercero. Esto sumado a la resolución descaradamente fácil de su amenaza en el clímax del filme que supone una disonancia estructural, la cual termina por minar el potencial dramático y narrativo que el personaje podría representar de cara al futuro no solo del cuarteto entrañable, sino del abanico narrativo más grande que supone el UCM.

Y es que hubiera preferido que este fuese usado como anzuelo narrativo meramente de marketing, algo así como lo que supuso Darkseid en Liga de la Justicia de Zack Snyder, un ente omnipresente de amenazas cósmicas que nunca se enfrenta a los héroes de manera directa. Aunque entiendo que el desviar esta ramificación narrativa nos habría privado del encumbramiento del personaje de Sue Storm y su icónico enfrentamiento con el gigante intergaláctico por la supervivencia de su benjamín, Frankie Richards. El tiempo, además, no funge de cómplice idóneo para nuestra inminente amenaza, ya que apenas permite que el personaje se luzca en todo su esplendor, provocando un descarado contraste entre su primer dominio en la gran pantalla y su apresurado y prematuro desarrollo de este hacia el clímax del tercer acto.

Un homenaje al cine superheroico dosmilero

En su constante danza entre sus pros y contras, el apartado técnico de este filme emerge como ente obnubilador de tales cuestionamientos narrativos y de inmediato evoca recuerdos de aquella época en donde el CGI era sinónimo de calidad y pulidez. Y es que este filme se percibe como uno de esos cimientos cinematográficos que supusieron el alborada del nacimiento del héroe rozando la gran pantalla, y su ejecución visual es prueba fehacientes de ello. A continuación enumeramos y argumentamos tal afirmación.

El estilo retro y vibrante de los 60 sin duda iba a ser aprovechados por el director Matt Shakman para engrandecer el aura entrañable del cuarteto fantástico, y vaya que le hace justicia a la esencia del equipo representándola mediante una fotografía espectacular. Y es que cada fotograma parece un intento de redención por parte de Marvel Studios ante la oleada de críticas que su descuidado apartado de efectos visuales ha recibido en los últimos años. 

Una fotografía que eclipsa a su narrativa

Debo admitir que entré a mi sala con la idea de que este filme iba a seguir con la infame tradición de Marvel Studios siendo inmisericordiosa con el CGI de sus productos. Sin embargo, desde el minuto cero, la película amordazó mis juicios con un abanico de fotogramas que enriquecían secuencias visuales de magnitudes bárbaras. Desde el primer encuentro del grupo con Estela Plateada y Galactus, hasta la persecución intergaláctica entre Estela Plateada y el icónico cuarteto. Todo ello sustenta tal juicio meramente subjetivo.

Todo aquel que me conoce sabrá que una de las películas que domina mi top de largometrajes favoritos es Interestelar, la oda intergaláctica de Christopher Nolan que es considerada una de las joyas cinematográficas que la ciencia ficción ha alumbrado en el último siglo. Bajo esa premisa, Los Cuatros Fantásticos: Primeros Pasos incorpora una secuencia que evoca por todos sus vórtices un deja vú de tal icónico filme. Y es que aunque el concepto, contexto y narrativa en el que ambos filmes se desarrollan son abismalmente opuestos, este despliegue de fotogramas en donde Estela Plateada gobierna la secuencia y ostenta su sofisticado CGI mientras surfea sobre una tensión que orquesta la escena con audacia, junto a la excelsa banda sonora de Michael Giacchino que encapsula a la perfección el aura angustiosa de la composición narrativa, es inevitable pensar que se rige bajo la influencia visual del directorio británico.

Esta escena, además de ser visual y sonoramente apabullante, otorga uno de los momentos más épicos, emotivos e importantes del UCM: el alumbramiento del primogénito de los Storm-Richards. Es así como la escena en cuestión representa el nacimiento del ser más poderoso del UCM de la manera más emocional posible, con Vanessa Kirby enalteciendo el momento aún más con su impoluta actuación.

Michael Giacchino: Continuando con la racha de epopeyas sonoras

Qué podemos decir que no se haya dicho ya del afamado compositor, uno que en cada trabajo logra condensar la esencia de cada personaje con sus notas sonoras, exacerbando el clímax del desarrollo de cada uno de ellos en escenas que realmente se envitrinan en lo más icónico del cine. Lo que aquí ejecuta el compositor resulta igual de magnificente que el resto de sus trabajos previos. Y es que el director de orquesta no ha sido ajeno al mundillo superheroico, ni su trayectoria es corta, ya que el primer coqueteo que este tuvo con tal onomatopéyico universo fue en el 2004 con Los Increíbles.

The Fantastic Four: First Steps Main Theme (From "The Fantastic Four: First Steps")

Atendiendo a ello, Giacchino vuelve a desplegar sus dotes musicales para orquestar una banda sonora que de inmediato taladra la conciencia del espectador, recurriendo a esa nostalgia que el filme desborda para realzar el ensamble del cuarteto en cada escena. Así, el tema imperante del filme, en donde los cánticos épicos tararean el nombre del cuarteto, se convierte en el emblema inmediato del grupo, un efecto similar al icónico tema de los Vengadores o los X-Men. En definitiva, no hace más que acrecentar las expectativas por atestiguar el ensamble sonoro que supondrá el megaevento que unirá a estos grupos superheroicos por primera vez en la gran pantalla con Avengers: Doomsday.

Conclusiones

En definitiva, Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos no es la mejor película que Marvel Studios ha engendrado. Sin embargo, los cimientos sobre los que se construye, principalmente conformados por expectativas no alcanzadas y productos mediocres, son la excusa perfecta para que se encumbre en lo mejor que el estudio padre de Los Vengadores ha presentado en los últimos años. Su estilo predominantemente evocativo y nostálgico refrescan el panorama, saturado de estruendosos eventos multiversales, mientras que su ensamble personajístico encapsula (casi) a la perfección las entrañables personalidades de sus contrapartes ficticias, robusteciendo el lado más predominante del filme, el emocional. Orquestada con un apartado técnico que evoca un instantáneo deja vú hacia el cine más prematuro y entrañable de superhéroes (trilogía de Spider-Man de Sam Raimi), este filme nos regala (por fin) una adaptación digna del cuarteto emblemático de Marvel. Así, en una (lamentablemente) palpable lucha entre sus deficiencias narrativas, como el arco que envuelve a su icónico villano, y sus virtudes visuales, encuentra un equilibrio que redondea su propuesta final dotándola de una personalidad única y diferente a lo que Marvel ha presentado en su caótica Saga del Multiverso.