[Crítica] Spiderman Superior Nº 94

Spiderman Superior Nº 94

Spiderman Superior Nº 94

Y se acabó. El Spiderman Superior llega a su fin, y lo hace para entrar a formar parte del hall de la fama arácnido. Ahora sí, nuestros trece tomos de Spiderman Superior (del número 82 al 94 de la edición de Panini Comics) ya pueden colocarse junto a las grandes sagas de Spiderman. Hagamos un hueco entre La Muerte de Jean Dewolff y La Última cacería de Kraven, porque Spiderman Superior se lo ha ganado.

Peter Parker ha vuelto, y lo cierto es que su tan esperado retorno, arruinada ya la sorpresa, me ha emocionado. Yo, como muchos otros seguidores del trepamuros, he crecido con las mejores historias arácnidas. Me tiré de los pelos cuando Stan Lee me narró la muerte de Gwen. Me mantuve firme a la espera de descubrir quién era el maldito Duende que nos presentó Roger Stern. Me dolió ser testigo del desbarajuste que supuso la Saga del Clon, y sobre todo, aparqué la colección tras el fiasco que supuso Un Día Más. Pero volví a tiempo para la fiesta. ¿Por qué? Porque amo las historias clásicas de Spiderman. Tienen un algo, una magia difícil de describir, que embriaga. Despierta el espíritu aventurero, la vena heroica que late en cada lector de cómics. Y Dan Slott aviva este fuego para convertirlo en una gran pira.

Spiderman Superior tiene esa magia. ¡Y el mérito está en que el protagonista de tan rocambolesca historia ni tan siquiera es Peter Parker! Hasta hoy, por supuesto. Decía arriba que me emocioné al leer la vuelta de Peter, y es que no es para menos. Tras todo lo que ha sufrido, especialmente por la manera en que se ha producido -morir derrotado en el cuerpo destrozado de Octavius fue un golpe muy duro- , la vuelta del único e inimitable Spiderman contaba ya con cierto morbo. Sin embargo, la manera en que se ha producido la misma ha sido original y bien llevada.

Sabíamos que un residuo de la consciencia de Peter seguía viva en la mente de Ock, y -al menos yo- suponíamos que la vuelta a la normalidad se produciría por acción del mismo Peter. Pero no. Slott nos muestra su carta del triunfo: Otto. Otto Octavius, ese pedazo de personaje al que multitud de autores han dado dimensión y profundidad durante Spiderman Superior, acaba completando su arco de transformación. Evoluciona, madura. Entiende que no es Superior, que nunca lo fue. Entiende que ha fallado, y por primera vez, actúa como un verdadero héroe y decide él, por voluntad propia, retornarle el cuerpo a la mente de Peter… con la consecuente muerte del propio Otto.

La manera en la que se lleva a cabo este cambio de chip es simplemente magistral. Me refiero, claro, a la escena del rehén atado a las vías del tren. Aquí nos plantan las dos vertientes, los dos Spiderman: El Superior y el Asombroso. Otto teme morir aplastado por el tren, no sabe si lanzarse a por el rehén… y la mente de Peter, sabiendo que si hace cualquier movimiento será descubierta, grita instintivamente: “¡Salta!”. Otto obedece por instinto, salva al rehén… y confiesa a Peter que ha fallado. Ya no intentará destruirlo, porque algo en él ha cambiado.

El traspaso de poderes es otra de esas secuencias que quedan para la posteridad. Reitero aquí el inmenso mimo que tienen por Spiderman tanto Dan Slott como los demás guionistas, editores y dibujantes. Los 31 números americanos de Spiderman Superior son una oda al trepamuros y su historia. Se palpa en las portadas, en las grandes viñetas que emulan a hechos del pasado. Todo ello se magnifica al cambiarle la mente de Otto a Peter, donde cada recuerdo que vemos es una porción de la historia con la que yo crecí. Desde el célebre “Reconócelo Tigre… ¡te acaba de tocar la lotería!” de MJ hasta eventos tan recientes como Spider-Island, cualquier fan de Spiderman se relamerá aquí.

Superior Spider-Man Nº 30

Mención aparte merece la lágrima de Otto. Ock, en el cuerpo de Pete, derrama una lágrima antes de perder sus recuerdos y “morir”. Esa lágrima la “recoge” Peter. Gran detalle de Slott, que finaliza el relevo de Superior a Asombroso con el obligatorio cambio de traje. Si los cómics fueran televisión, ahora se iluminaría el cartel de “Aplausos”.

Por supuesto, a todo esto tan solo puede seguir el obligado duelo final. Aquí brilla esa magia que os comentaba. ¿Hay algo más arácnido que un enfrentamiento entre el Duende Verde y Spiderman con un rehén de por medio? La acción cumple con lo establecido, aunque quizá peca de corta. Hoy en día, no sé muy bien por qué, los grandes duelos en el cómic americano se reducen a dos o tres páginas. Recuerdo, en los lejanos ochenta (tan de moda ahora gracias a otro Peter, apellidado Quill), que los combates superheroicos colmaban tranquilamente las 22 páginas del cómic. No todas las batallas deben ser tan largas, por supuesto, pero las guerras clave, como ésta, deberían ser más extensas. Crudas y duras. Me viene a la cabeza el primer duelo de Spiderman contra Morlun, al inicio de la etapa de Straczynski (sí, he tenido que mirar el nombre en Google para no equivocarme). Un combate como Dios manda. Violento, épico, largo. A eso me refiero.

El único “pero” que tiene Nación Duende es la irregular calidad del dibujo. Hay autores varios, y algunos cumplen con creces –Giuseppe Camuncoli, que me encanta-, pero otros flojean. Es comprensible, aun así, que el dibujante titular de la serie, Humberto Ramos, no llegara a tiempo y en Marvel hayan tenido que buscarse las habichuelas. Recordemos que se publica mucho material de Spiderman, pues solo Amazing (o Superior, en este caso) ya cuenta con dos números mensuales. Es decir, el doble de lo que se ha ido publicando desde hace 50 años.

Esta reseña, sin embargo, pretende ir un paso más allá del número 94. Quiero que todos juntos hagamos una reflexión interior, y de todos los presentes, que levanten la mano aquellos que soltaron bilis tras leer la muerte de Peter en el cuerpo de Octopus. Quiero que salgan a la palestra aquellos que, al saber que Otto sería el nuevo Spiderman, maldijeron al cielo e incluso se bajaron del barco.

Amigos, yo soy el primero. Me entró un mal cuerpo difícil de describir. Bueno, no. Fue casi -remarco el “casi”- como cuando acabé de leer Un Día Más. Yo fui de esos que dijo “Menuda cagada. Lo siento Slott, has metido la pata. Esta no te la perdono”. Pues mira tú por donde, que sí se la he acabado perdonando. Es más -y aquí viene esa reflexión interior-, me equivoqué. Este es uno de esos pocos casos donde los editores y guionistas aciertan, pese a tener a la práctica totalidad del fandom en contra.

Mi más sincera enhorabuena para Dan Slott y los demás responsables de Spiderman Superior. Os mantuvisteis firmes en aquello en que creíais, y eso que no os llovieron pocos palos. Pero al final hemos asistido a algo que solo puede clasificarse como “Etapa memorable”. La maestría con la que se han llevado las tramas, entrelazándolas en las distintas colecciones -y por ende, entre los distintos guionistas- es para quitarse el sombrero. Las pesquisas de Carlie Cooper, la relación de MJ, Jameson y la alcaldía, Industrias Parker, Anna Maria, la relación de Spiderman con el resto del elenco superheroico (Vengadores, Gata Negra…), la presencia del Spiderman 2099, Espectro de Seda, la Guerra de Duendes…

Spiderman Superior deja un regusto a cómic bien hecho. Sí es cierto que Dan Slott es un guionista que imprime un ritmo vertiginoso a sus cómics, quizá a veces incluso apresurado. Pero no se le puede negar el buen hacer y el amor por el personaje y su mitología. Y de necios sería no reconocer lo bien tratado que ha sido el personaje de Otto Octavius. Hay mucha documentación tras cada uno de sus recuerdos, tras cada encuentro con uno u otro héroe o malvado.

No solo nos han brindado una historia memorable, sino también un villano a la altura. Porque en este caso, el protagonista era el malo. Pero diablos, qué malo más bien tratado. Espero que Slott siga teniendo más ideas incendiarias como esta. De veras que sí. Y esta vez prometo no criticarlo. Se lo ha ganado.